domingo, 31 de agosto de 2014

Carmen Martín



Soy Carmen, una mujer en búsqueda permanente, amante de la vida, de la familia y de la amistad. Sueño cada día con otro mundo posible y con una infancia en paz, libertad y armonía en todos los lugares de la tierra.

Mi compañero y yo compartimos uno de los regalos más grande que nos ha hecho la vida: nuestros hijos. Ellos me otorgaron el título de mamá. Nuestro primer hijo me ha regalado una maternidad consciente en la que se derrumbaron mil y una ideas preconcebidas y me unió a una red invisible de madres que en muchos lugares de la tierra sueñan con una nueva humanidad. Con él aprendo, gozo, contemplo, me enfado, descubro, me sorprendo y me conmuevo cada día con el milagro de la vida y de los hijos.

Nuestro segundo hijo falleció pocas horas después de un parto hermoso. Me ha regalado una maternidad espiritual, en la que hemos tenido que recorrer el amargo camino del duelo y en la que por encima del dolor por su ausencia, descubro cada día que el amor no conoce ninguna frontera, ni siquiera la de la muerte. Ahora creo que cada hijo viene al mundo con una misión única. Creo que los niños del amanecer, que viven una vida corta, son un puente especial entre el mundo visible e invisible y vienen a traernos también mensajes de amor y esperanza.

Soy psicóloga AO 08422 y psicoterapeuta, experta en psicoterapia dinámica, especialista en terapia sistémica y mediación y orientación familiar. De mi experiencia profesional, destaco la necesidad de estar en revisión personal y formación permanente. Creo que los síntomas son siempre una oportunidad que nos brinda la vida para ahondar en nuestro proceso de crecimiento y libertad personal. Hacernos cargo de ellos, teniendo la valentía de querer mirarlos de frente, nos permite abrir nuevas ventanas y comprensiones sobre nosotros mismos y nos da la oportunidad de liberarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos de cargas pesadas que a veces arrastramos durante décadas o incluso generaciones.

Tuve el privilegio de colaborar en Perú durante dos años y medio en un proyecto de cooperación con los Misioneros Combonianos y la ONG Amani. Allí pude contemplar la grandeza y riqueza de la maternidad universal que no conoce fronteras y habla de amor, derroche de ternura y generosidad sin límites. También pude constatar las muchas dificultades que hay en la crianza de los hijos cuando la maternidad se vive con pocas redes de apoyo. De ahí la necesidad de empoderar a la mujer, para que pueda ser protagonista de su propio desarrollo y del de su familia y de favorecer la prevención posibilitando que la mujer cree y/o recree recursos de apoyo mútuo variados y abundantes.

Mi último descubrimiento ha sido iniciarme en la costura y próximamente en el punto. El formar parte de uno de estos círculos ha sido todo un regalo que me ha hecho la vida desde hace unos meses.

Podéis leer más sobre mi en:

Rema mar adentro

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